Es insólito que el descubrimiento historiobiográfico de que
Vincent Van Gogh no cometió suicidio no haya tenido una divulgación masiva
universal prácticamente instantánea. Demuestra que estamos ávidos de
apocalipsis y no vemos casi a propósito las buenas noticias que nos trae la
vida.
O sea, Kirk Douglas suicidándose en pantalla dramáticamente en 1956, vendió re-jóligud. Fijó, en el inconsciente colectivo, esa asociación entre talento locura drama muerte. Re patrás y todos comprando el drama, como si estuviéramos predestinados, buscáramos o nos gustase la tragedia, lo negativo, lo desmotivador, el argumento definitivo del “ves: no se puede libar y hozar al mismo tiempo” y otras letanías desvigorizantes por el estilo que de tanto éxito suelen gozar, y que esconden prohibiciones arbitrarias, tabúes, fobias supersticiosas y otras deformaciones sociomentales tras una presentación aparente de solemne sensatez.
Pero el inexistente alcance de difusión, el nulo interés que
generó entre el público en el año 2011 el libro “Van Gogh: La Vida”, de dos
historiobiógrafos ingleses es lo que resulta sor-pren-den-te.
¡La
poca bola que le dieron!
¡No le imporrrtó a nadie! O nadie supo ver lo que significaba.
Estamos siempre llorando que no aparecen nunca señales de
que prosperen valores como la buena voluntad, la entrega humana a los
congéneres, la defensa de una ética por ejemplo en la estética. Pedimos a los
gritos, sí, así de aspaventosa y dudosa nuestra honestidad, por… ¡UN caso!..¡UN solo caso! ¡Que nos aleccione que
vale la pena defenderlos, a esos valores; que con lo que cuesta tener moral!...,
y todo eso.
Para mí que es todo actuación, un rasgarse vestiduras viejas,más
propensas al descarte o la donación que para lamentar su pérdida a manos de
un arrebato emocional, pura mise en scene,
de modo de hacer ver patentemente que todo da lo mismo y poder actuar en
consecuencia sin culpa. Porque si no... ¿De qué otra manera se explica el
desinterés con que recibimos la novedad de un giro tan virtuoso como el
planteado en el libro del que hablamos?? En una vida que llevaba un derrotero
tan luctuoso, aparentemente, con un talento desbocado que se comía vivo a su
portador en su incendio de pírrica catarata creativa, para más sin obtener
retribución ni beneficio alguno, tanto en contante y sonante como en prestigio
o reconocimiento, porque así estaban planteadas las cosas con Vincent.
A ojos de todos se estaba inmolando por nada. Si seguís así,
fosforito, corta vida te espera. Continuá desplegando nomás tu alharaca de
artista visionario, en realidad un maniático cabezadura que termina siendo un
estorbo para la sociedad organizada.
Cómo se explica, sí, quiero saber, que si de repente nos
enteramos de
que en una vida así, en la que todos los pronósticos conducen a un
lógico auto corchazo,
se produce un giro
inesperado que demuestra que la férrea persistencia en poner en la tela
las visiones a como venga y contra cualquier contingencia finalmente prosperó y
produjo un alma pura, exitosa en el mundano imperio de los negocios (se le
estaban abriendo las puertas de los mercados, ocurrían sus primeras exposiciones
y ventas) y en el celestial terreno de la espiritualidad (van a ver qué capacidad de entrega
y renunciamiento,de perdón, ni un cristo, mire); de que habiendo entrado el
mundo en conocimiento de semejante buena nueva no lo hayamos celebrado y
festejado como a un Mundial que hubieran ganado todos los países, como a un
primer alunizaje, como cada vez que logramos completar una vuelta más al sol.
¡Como se dejó pasar desaprovechado en cuanto a su potencial
para levantar la moral de la tropa humana un episodio tan gloriosamente
glorificante del triunfo de la tenaz voluntad de las personas sobre las
adversidades y etcetc! ¡Dónde están los panegíricos que redactados hubieran de
haber sido! ¡Las canciones elegíacas! ¡Los relatos de la gesta vangoghiana, que
lo llevaron a medrar triunfante, tras años de extravío, por sobre los
prejuicios, las mezquindades, las miserias humanas, en el final literalmente
asesinas... (A él sí que le hicieron bullying, ya verán)!
Comencemos con la narración de los hechos a la luz de esta
nueva verdad. O sea…la Verdad, así... absoluta.., no existe, no es cierto; pero
estos dos coautores, utilizando métodos modernos como la toma de declaraciones,
pesquisa de archivos, autopsia psicológica.. (Ver http://www.elespectador.com/vincent-van-gogh/nueva-biografia-sobre-van-gogh-apunta-muerte-accidental-articulo-306132,
entre muchos otros ) cuestionan la versión oficial y aceptada por siempre
(basada en suposiciones, diríases y otros runrunes)de que la muerte del pintor
fue un suicidio, y postulan la siguiente versión, que a continuación
desarrollaré y perdón si lo relato con desorden, el calor me lleva.
Tras haber estado internado en el hospicio de Saint-Rëmy, y
haber pintado desde la ventana de su habitación y en sus alrededores
hermosísimos cuadros, como todo lo que pintaba, y que hoy valen más que mero
dinero... (Nunca
dejó de hacerlo, pintar,
y así fue que desde que comenzó a ejercer efectivamente su vocación, a
los tardíos 32 años, hasta su muerte a los 37,en esos cinco febriles años, produjo
más de mil obras).
Bueno, retomo... Se me representan esas imágenes y me distraigo...
Cuestión que le daban el alta, no... En Saint-Rèmy...a Theo le recomendaron un
médico...alienista, como se decía en la época, que había tratado a varios
pintores como Corot, Pissarro, Armand Guillaumin y Cézanne.
El
Dr. Paul Gauchet... Vivía en Auvers-sur-Oise, así que allí fue enviado Vincent. Su primera impresión
quedó plasmada en una de las cartas a Theo: "pareciera mas enfermo que
yo...".
Para comprender esta primera aproximación de
Vincent a quien sería su médico hasta su deceso tenemos que pensar que venía de
ser asistido en varias instituciones de salud mental, y la mayoría del
personal, sobre todo los médicos, se le habrían presentado como individuos...
justamente como la palabra lo dice: indivisos. Sin mostrar fisuras, sin
hesitaciones, sin dar a conocer las dudas y ambigüedades y contradicciones y
sentimientos encontrados que constituyen el magma afectivo sobre el cual
trascurre nuestra apasionante vida emocional. Pero bueno, mucha gente se
presenta así, incluso para sí misma, como si no participara, como si no
remojara también los pieses en este caldero. Y el paciente muchas veces compra
esta figuración, en una fantasía compartida de que por el mero contacto con una
estructura así…invulnerada…va a adquirir la misma coraza invulnerable.
Sin
embargo otras personas que se dedican a asistir en salud mental, y en virtud de
la empatía, ya sea buscada conscientemente como herramienta a la hora de
desarrollar el tratamiento, ya sea espontánea como una característica de su
personalidad, se presentan ante los demás de igual a igual, desde el llano, sin
ocultar los sentimientos que experimentan, sean del color que sean. Son capaces
de mostrarse tristes, inseguros, dubitativos, etc., además de los sentimientos
positivos claro, que de esos sí, todos no sólo mostramos sino exhibimos con la
mayor eficacia de divulgación de que somos capaces lo prístinas y nobles que
son las emociones que estoy sintiendo ahora, mirá. Eso sí, cuando estoy
sintiendo cosas medio turbias no sé…lo tengo que pensar…si manifestarlo o no.En
fin…continuemos…
Así
que en general la reacción de un paciente enfrentado a esta situación donde se
le pincha el globo de que va a poder descansar en una figura superyoica que le
muestre como ser, y en cambio se encuentra con alguien que escapa a esa
responsabilidad inconducente, suele sufrir inicialmente una desilusión y decir:
“parece más enfermo que yo”; y, como la mayoría de los pacientes en cuanto a
conciencia de enfermedad no es en lo que se destacan mayormente, no se percatan
de la pequeña diferencia estribante en que, por más que el médico parezca una
persona “sufrida” (ahora sí observen el retrato que hizo de este Dr. Gachet su
asistido Van Gogh y verán una particularísima expresión facial donde hay
cansancio, resignación, comprensión, melancolía, sabiduría; la mirada tiene ese
matiz que adquieren las miradas cuando guardan más experiencia de la expresable),
decíamos el médico por más vulnerable que parezca al igual que su paciente,
conserva su libre albedrío y la disponibilidad sobre su patrimonio y el paciente
no, por ejemplo. El uno permanece bajo el imperio de la responsabilidad civil,
es libre, el otro no. No sería de importancia el monto o cantidad de
sufrimiento emocional de cada uno, sino que uno conserva la capacidad civil y
el otro no.
Lo
relevante es que a pesar de esta mezquina primera impresión, Vincent termino
sintiéndose muy cómodo en compañía del Dr. Gachet, fue habitual comensal en la
mesa familiar y lo retrató a el dos veces y una a si hija tocando el piano.
Estaba integrado en una familia en la cual no había violencia por lo menos
manifiesta.
Pero
en un pueblo, ustedes saben, el excéntrico, el que lleva el estigma de la
locura, tiene un destino muy claro: el escarnio, la mofa, por qué no la
lapidación. Hay que marcar un límite muy muy notorio, inconfundible,
indiscutible, que sin lugar a duda alguna deje en claro quien está de cada
lado. Porque los villanos, los que habitan el villorrio, solos en su soledad
cuando llega ese momento en que evitar no pueden estar a solas con su soledad se confunden y dudan y debemos proporcionarles
un reaseguro, que cuando salgan a espacio público vean a Vincent o le cuenten
de él y vuelvan a sentirse tan lejos de estar...locos.
En
Arlés los vecinos, (tengamos en cuenta que la oreja, que si me bebo el
solvente)..ya exasperados por una visión que si no es verdadera objetivamente
es mítica, la del pintor loco saliendo a pintar de noche.. con velas adheridas
en todo el contorno del ala de su sombrero. Bueno.. Terminaron firmando un
petitorio solicitando a las autoridades perentoriamente su internación.
En
Auvers sur Oirs, tomaron la posta de esta presunta estrategia social de anti
locura dos hermanos belgas que allí vacacionaban, René y Gastón Secretán, púber
uno adolescente el otro.Le hacían y decían las mil y una cuando Vincent estaba
pintando en el campo sólo y con la guardia baja.. Mil y una maneras de reírse a
lo hiena del loco con los ojos y las manos llenas de colores, atento a algo que
no pertenecía al mundo de los Secretán, y como este tipo de gente vivilla suele no darse cuenta de que podrían haber
cosas que no pertenezcan a su mundo, suelen ser ciegos a ellas; y a su juicio
Vincent era sólo un enajenado que salía a enchastrar telas con colores.
Así
que.. ¿Qué problema hay con hostigarlo?, ¿con humillarlo?, ¿con mofarse cada
vez que sale a pintar?.. ¿Con esconderle las cosas, con llamarlo "viudo
amante de su muñeca" (que sutileza para "onanista", no?)... Sólo
es un alienado, es un extranjero al mundo de los hombres normales, molesta a
los que producen. No nos da miedo que nos ocurra, eso de alienarnos; a medida
que más y más nos divertimos a costa del estigmatizado mas seguros nos sentimos
de la existencia de un muro mágico que nos separa de la locura que encarna.
Vamos
a la cuestión de la autopsia psicológica. Primero una vista en panorama luego
puntual del “día del hecho”, diría algún criminólogo berreta.
Pintó
y pintó con fervor místico (su padre pastor él mismo inició carrera
eclesiástica) durante los cinco años en que estuvo dedicado de lleno a su
profesión. Ya dijimos su productividad (la relación: cantidad de obras/ tiempo)
fue asombrosa, insólita, descollante. En realidad toda la técnica impresionista
viene a eso. Porque tenían que competir con las cámaras fotográficas que habían
aparecido en la escena esta hermosa de la vida que tenemos y entonces tenían
que ser iguales o mejores en captar una imagen, la esencia de un paisaje etc.
pero además rápido. En poco tiempo. Pinceladas fugaces. Tuc-tuc. Lo miras de
cerca sólo ves trazos de pincel, te alejás ves: un río, botes amarrados, el
botero, los caballeros, las damas esperando, las vestimentas típicas, el sol en
el follaje, etc.etc. Renoir.
En
las cartas que le enviaba a su hermano Theo se expresaba este sentimiento. Y
allí veo yo graficada su locura. Vincent mártir, los artistas nobles se inmolan
por nada, por un concepto estético, por atrapar el ruido de un ala batiendo,
por transmitir una epifanía, por explicar a dios. Le rogaba casi humillándose a
su hermano le mandara tantas onzas de este color, tantas pintas del otro y así,
le explicaba que ahorraba en la confección de los bastidores para extender los
lienzos con maderas que encontraba y así.. Y luego, de-rro-cha-ba el material.
En la noche estrellada, los astros son montañitas de blanco enlucecido con
amarillo de un par de centímetros de espesor. En cada pincelada, ingentes
cantidades de color. Tienen apreciable relieve, los trazos, de la cantidad de
material que aplicaba. Sin cálculo. Sin control. Entregado a lo que hiciera
falta. Estallo de emoción.
¡Pero
había empezado a vender! Theo (que era marchant en París) había organizado una primera
muestra y habían salido con fritas varias obras. A Vincent todavía no le había
caído la ficha del todo por la inercia de perdedor que traía pero la cosa
estaba en marcha. No se hubiera matado justo ahora. La presunta nota suicida
que encontraron en sus ropas, era en realidad el borrador de la última carta
que enviara a su hermano, con tono optimista debido a que... ¡le habían
encargado varía obras! Me estremezco con el significado de lo que escribo.
Ahora
la parte puntual de la autopista psicológica. (http://www.labrujulaverde.com/2014/12/van-gogh-no-suicido-asesinado)
Dos
días antes de ese fatídico, Vincent había encargado cantidades de material para
pintar. Porqué, si no veía futuro. Cargó los caballetes y pinturas tan
prolijamente ordenadas como siempre...Porqué, si no pensaba volver. El disparo
entró oblicuo y desde abajo por el abdomen… ¿quién se suicida así?
Volvió
arrastrándose hasta su hospedaje (tal vez a un suicida le importe lo mismo
donde morir, ¿no?) donde agonizó día y medio. Preguntado que fue si había
querido suicidarse, respondió: “…creo que sí…”. ¿Por qué? ¿Por qué protegió a
sus hostigadores que terminaron aunque fuera accidentalmente matándolo? Él
moría…para qué complicar y mucho dos vidas más… ¡Tráiganme otro ejemplo similar
de tal nobleza espiritual!!
La
aldea comentaba, pero poco se investigó, los Secretén de buena familia y…ya
todo pasado. En una entrevista a sus 85 años, René respondió con evasivas y
dijo que se había enterado de la muerte de Vincent por una nota en un diario de
París…nunca hubo tal nota.
Pero
volvamos al Dr. Paul Gachet. Pasó a la Historia como un perdedor. Abrochado en
el recuerdo del inconsciente colectivo como el torpe y negligente médico que
era responsable de alguien que se suicidó. Porque de eso consta la
responsabilidad médica, mon amís.
Chapeax, Doctor.
Chapeax, Doctor.
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