Debo hablarles de las botas aladas de un
escolar brillante, fugado de su escuela y su hogar una y otra vez para lanzarse
a recorrer Europa. De un disparo pasional en Londres.
De la
De la
conquista rea de
París. De una poética nunca antes escuchada. De hashish y ajenjo. De una crisis
epifánica y la refundación de una persona, que supo tendría la piel hecha de
bronce por un sol que fue a buscar. De invertir a pérdida en nueva tecnología
(las recién inventadas cámaras fotográficas) cuando esa palabra no existía y el
mundo aún no caía en la cuenta de que más y más aparatos aparecerían a
asombrarlo. De quien
después de haber dominado y reformulado la expresión
poética muy precozmente, abandonó esa cúspide para llevar una vida de
comerciante armado, liderando pequeñas tropas que escoltaban caravanas cargadas
con las riquezas del continente más primitivo, que guiaba a través de
territorios no cartografiados aún, habitados por etnias y culturas no
conocidas. Del poeta visionario que trocó en colono pionero en Etiopía. De la
segunda mitad del siglo XIX. De una pierna amputada que se llevó una vida que
no aceptó invalideces.
Todo eso y
mucho más contiene la vida de Rimbaud.
Rinbó. Rimvó.
Rimbeaux.Hasta la múltiple sonoridad de su apellido es pródiga y dada a la
escritura aleatoria.
París en 1789
albergó un hito madurativo de la sociedad humana en su avance hacia la
civilización. Ya la escritura de los sumerios había comenzado a limitar el
alcance de la palabra hablada de los poderosos: ahora la ley, escrita,
resultaba más difícil de modificar a voluntad. Otro mojón un este recorrido fue
el ágora ateniense, que con su voluntad de consulta colectiva también acotó la
influencia de los más fuertes. La guillotina de la Revolución Francesa
deshumilló al pueblo de un sometimiento tan brutal como su filo decapitante.
No es tan
conocido que en 1871 intentó ocurrir otro progreso civilizatorio en el mismo
París que acaba de ocuparnos, pero que solo logro cosechar sangre, mucha sangre
popular. Resulta que el ejército napoleónico tuvo que tolerar que el pueblo se
armara, incluso con cañones, cuya forja financió mediante colecta el ciudadano
de a pié. Sitiada la ciudad por las tropas prusianas, terminó rindiéndose el
ejército francés pero no el pueblo en armas que aceptó a regañadientes un
armisticio humillante incluso con multas al estado por haber iniciado las
acciones bélicas. El problema fue cuando, restablecido el orden ahora
supervisado por los alemanes, les quisieron sacar los cañones. La tropa
destinada a buscarlos en las alturas de Montmartre ante la oposición a
entregarlos desoyó la orden de disparar contra sus conciudadanos, mujeres que
abrían sus blusas y exponían sus torsos a las balas antes que dejarlos pasar a
retirar esas armas, y más bien se unieron al vulgo.
Mucho fusilamiento
marcial, hubo. Los soldados muertos no llegaron a mil, que son muchas, muchas
bajas para un ejército regular en combate con milicias así…amateurs. Las
autoridades designadas de la Comuna habían hecho cosas tales como devolver las
herramientas retenidas a los trabajadores, condonar deudas, cederles control de
empresas.
A éste París
en ésta semana que se llamó sangrienta había llegado Rimbaud. Quería participar
pero no pudo entrar. Volvió a su pueblo, lindante con Bélgica, a pie. Fatigaba
los caminos de Europa a pie este adolescente temprano siempre huido de su
hogar, su colegio, su villa. Había asombrado en cuento exámen académico escolar
le hubieran presentado. Ganado cuanta contienda literaria se hubiera podido a
los 15 años. Pero se fugaba, poniendo de los pelos a su madre y en compromiso a
sus maestros. Vaya a saber su padre, no aparece en la historia. Creo que era sano
se fugara, ya que mientras permanecía en Charlesville era altísimamente
provocador y transgresor, haciendo cosas como pasearse por las calles
exhibiendo carteles que hablaban de la muerte de Dios.
La próxima
vez que fue a París sí entró. Y cómo.
Habiéndole
realizado alguien la conecta, envióle un poema suyo a poeta renombrado en los
círculos lítero-bohemios parisinos el cual con solo leer “La Barca Ebria” (ya
sugerente y surreal desde el título) comenzó un proceso de enamoramiento que
terminaría con un disparo en Londres. Porque lo invitó a la ciudad. Y Arthur
entró en ella llevado por el mismo viento inspirado y sin cálculo en el que
venía viviendo. El poeta renombrado (se dice el pecado pero no el pecador)
abandonó su familia por él. Arthur subyugó pero también escandalizó
profundamente la bohemia de Paris con su arrebato.
Su magia
incluía el desarrollo de una teoría poética. Piénsenlo. Quién desarrolla una
teoría estético literaria a los diecisiete años. Decía que el poeta debe ser un
visionario, y que tal capacidad se logra mediante un intenso desarreglo de
todos los sentidos. Piénsenlo.
El colmo fue cuando lastimó a alguien con un
bastón de metal actuando sus desbordes, así que se refugiaron en Londres.
Vivian de enseñar idiomas. Pero quién retiene a alguien como Arthur Rimbaud. Lo
que sabemos es que hubo un disparo efectuado por el poeta renombrado que
lastimó su mano.
Y aquí
comienza el momento épico. La
instancia “bigger than life”. Porque
sino para que estoy contando todo esto. Porque lo que vivió este chico en ese
momento de su vida fue epifánico y verdaderamente visionario de si mismo.
Resulta que
nuevamente se encontró a sí mismo en su casa materna, otra vez rescatado de una
fuga (solo que esta vez más larga) por algún tutor enviado por su madre, a ésta
altura autodeclarada viuda de un capitán de infantería que nunca regresó tras
el quinto hijo.
Encerrado en
el galpón, la mano herida, ahogado en su propio vacío, increpando al cielo,
escribió torturadamente y de un tirón “Una Temporada en el Infierno”, que
empieza así: “Senté a la Belleza en mis rodillas y la encontré amarga. Y la
injurié.”
Pero lo
verdaderamente mágico y clarividente son estos versos: “Ya pueden iluminarse de noche
las ciudades. Mi jornada ha concluido; dejo la Europa. El aire marino quemará
mis pulmones; me tostarán los climas remotos. Nadar, aplastar la hierba, cazar,
fumar sobre todo; beber licores fuertes como metal fundido --como hacían esos
caros antepasados en torno de las hogueras. Regresaré con miembros de hierro,
la piel oscura, los ojos furiosos: de acuerdo a mi máscara, me juzgarán de raza
fuerte. Tendré oro: seré ocioso y. brutal. Las mujeres cuidan a esos inválidos
feroces que retornan de las tierras calientes. Me inmiscuiré en los asuntos
políticos. Salvado.” Más adelante, habiéndose ya despojado de furia y
resentimiento, lo expresa así: “A veces veo en el cielo playas sin fin,
cubiertas de blancas y gozosas naciones. Por encima de mí, un gran navío de oro
agita sus pabellones multicolores bajo las brisas matinales. Yo he creado todas
las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He tratado de inventar
nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Yo he creído
adquirir poderes sobrenaturales. ¡Pues bien! ¡Tengo que enterrar mi imaginación
y mis recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y de narrador desvanecida!”.
Lo asombroso...es que nunca más escribió!
El estado
francés, potencia imperial como la mayoría de los estados europeos, era pródigo
para con sus ciudadanos que ponían el pecho en sus colonias de ultramar y al
igual que Louis Ferdinand Céline allí se refugió un Rimbaud veinteañero.
Prosperó mercando en África, liderando la custodia armada de caravanas que
transportaban sobre los lomos de sus animales unas mercancías valiosas para
unos hacia un lado y valiosas para otros para el otro. Esto significaba
transitar senderos nunca antes
hollados por pies blancos. Ahora que lo pienso he
mentido al decir que nunca más escribió, puesto que sus cooperaciones a una
cartografía en desarrollo fueron publicadas en las revistas del tipo “Natural
Geographics” de la época.
Giraba
permanentemente dinero a su madre, y encontró mucha resistencia cuando pidió
que se invirtiera en remitirle los recién popularizándose equipos fotográficos
antes que en tierras. Fue de los primeros en accionar ese inocuo disparo en aquéllas
tierras.
Sólo lo
detuvo a los 36 años un osteosarcoma de rodilla y recién cuando no pudo montar.
Llevado a puerto por sus negros en improvisada parihuela, fue embarcado de
regreso a Francia a por tratamiento médico y amputado de urgencia en Marsella.
Sólo sobrevivió algunos meses a tal cirugía a pesar de recibir el cuidado
femenino que merecía como inválido feroz regresando de aquellas tierras que
era, tal como se había predicho media vida antes.
Reglamenté
la forma y el movimiento de cada consonante y me vanagloriaba de inventar, con ritmos
instintivos, un verbo poético accesible, cualquier día, a todos los sentidos.
Me
reservaba
la traducción.
Al
principio fue un estudio. Yo escribía silencios, noches, anotaba lo
inexpresable. Fijaba
vértigos.”
La vida misma
es el hecho artístico por excelencia, en ella la estética puede ayudar al
desarrollo de la ética y a lograr una existencia digna. Él lo hizo. Se rescató
del desprecio social y la promiscuidad que ofrecía el refugio en la
marginalidad. En África se enteró de que estaba siendo publicado e idolatrado,
pero egoístamente prefirió continuar reservando su vida interior para sí.
Contagiémonos, congéneres, de su hermosura.
Muy bueno! da una lectura clara, concreta y entretenida de la vida y el contexto de nuestro querido Rimbó!
ResponderEliminaréy!! recién veo tu comentario!!!!
EliminarSos un caapooo!!!
lo que más me halaga es entretenido. Gracias
Bellísimo
ResponderEliminarGracias!!!!!!
ResponderEliminarMe encantó, imagino a ese adolescente increíble buscándose y expresando un mundo en una época bisagra de nuestra desencantada modernidad. Es genial como has captado al genio. Gracias por convidarnos con esta lectura!
ResponderEliminarY muy bellas las imágenes!
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