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16 nov 2016

El Zahorí y su Pozo

1.

El hombre se irguió en toda su estatura, que no era mucha. Sus articulaciones fluían. Uno no comprendía en seguida qué sorprendía al observarlo, hasta que caía en la cuenta de que incluso cuando se movía parecía estar en reposo. Sus cabellos eran grises, pero de abundancia suficiente como para permitirle usar tan solo una tela enrollada a modo de vincha como protección ante el sol, que en esa región era fuerte.